Hay momentos en los que ser mamá se siente como tener que traducir un idioma inventado. Un día estás enseñando a tu hijo a atarse los cordones, y al siguiente te pide una figura de “Zoro Roronoa edición Wano”. Y tú, con cara de ¿qué demonios es eso?, rezando para que no sea otro videojuego violento. Spoiler: no lo era. Pero tampoco era fácil de encontrar.
Entre cumpleaños, premios por notas y caprichos compartidos, todas nos hemos enfrentado al mismo reto silencioso: “¿Dónde encuentro eso que le hace tanta ilusión, si no tengo ni idea de lo que es ni de dónde buscarlo?” Porque sí, ser mamá friki por adopción también es una aventura. Pero tranquila. Te traigo un mapa del tesoro. Y lo mejor: no tendrás que recorrer todo Mordor para conseguirlo.
Utiliza el directorio de tiendas frikis en España
Lo primero, y más importante: existe un lugar donde todo está ordenadito, claro y a tu alcance, incluso si no sabes qué diferencia hay entre Marvel y DC (spoiler: mucha). Se llama Frikiland, y es —literalmente— el único directorio completo de tiendas frikis en España. Así como lo lees: más de 500 tiendas registradas, organizadas por provincias, por tipo de productos, por especialidad… ¡Una bendición para madres perdidas!
Frikiland no solo te muestra las tiendas físicas más cercanas según tu ciudad, también te indica si venden cómics, juegos de mesa, figuras de colección, funkos, cartas Pokémon, disfraces o merchandising de Harry Potter. Es como tener un GPS dentro del mundo friki. No necesitas saber los nombres exactos ni volverte experta en cultura otaku: solo entras, filtras por lo que buscas (o por dónde vives) y listo.
Además, muchas de las fichas de tienda tienen fotos, redes sociales, enlaces directos, e incluso opiniones de otros compradores. Una joya para evitar compras a ciegas. Y sí, también puedes descubrir tiendas online si no te apetece salir de casa. Porque a veces con los horarios escolares, el trabajo y las cenas… una simplemente no da más.
Pregunta en grupos de madres (sí, esas también sirven para cosas frikis)
Te sorprenderías si te dijera la cantidad de mamás que ya están metidas en esto sin hacer mucho ruido. Y no porque ellas hayan sido fans de “Dragon Ball” desde pequeñas, sino porque les tocó vivir la misma historia que a ti: un niño o una niña con una pasión desbordante por el anime, los cómics, los dados de 20 caras, o los disfraces que no venden en ningún centro comercial.
Los grupos de madres, esos donde solemos pedir recomendaciones de pediatras o recetas con brócoli, también esconden pequeños oráculos frikis. Solo hay que hacer la pregunta adecuada.
Yo misma escribí una vez: “¿Alguien sabe dónde puedo encontrar merchandising de Zelda en Madrid?” y en menos de una hora tenía siete respuestas. Una madre me mandó la dirección exacta de una tiendita en el centro, otra me recomendó seguir una cuenta de Instagram que sube lanzamientos de productos raros, y otra incluso me avisó de un mercadillo temático que se hacía cerca de casa.
A veces solo necesitamos atrevernos a preguntar, aunque no sepamos exactamente qué buscamos. Porque las madres compartimos una cosa poderosa: ese instinto de ayudar, de cuidar, de recomendar lo que a nosotras nos costó tanto encontrar.
Y sí, hay frikis entre nosotras. Frikis con coche, frikis con tres hijos, frikis que saben dónde comprar una figura de Goku sin vender un riñón. Así que no subestimes el poder de tu comunidad. Pregunta sin vergüenza. Te sorprenderá lo que pueden darte.
Visita ferias, salones del manga o eventos temáticos con ellos
Si hay algo que aprendí después de acompañar a mi hijo al primer salón del manga, fue esto: no necesitas entenderlo todo para disfrutarlo con él. Ni saber quién es Luffy, ni distinguir entre las 20 versiones de Pikachu, ni pronunciar “Kamehameha” sin trabarte. Basta con mirar su cara.
Los eventos frikis —como salones del manga, ferias de juegos, encuentros de cosplay o mercadillos geek— son la meca de todo lo que a ellos les apasiona. Y aunque al principio puedas sentirte fuera de lugar, hay algo muy hermoso en entrar en su mundo por un rato. Sin juzgar. Sin corregir. Solo acompañando.
Además, estos eventos son minas de oro para encontrar tiendas frikis que no están en Google. Muchas pequeñas marcas solo venden en estos encuentros, o tienen stock limitado de cosas que no verás ni en Amazon. Puedes llevarte desde camisetas personalizadas, figuras artesanales, varitas hechas a mano, hasta ilustraciones únicas que tu hijo o hija va a atesorar como si fueran reliquias.
Y lo mejor de todo: estos eventos están hechos para compartir. Suelen tener zonas infantiles, food trucks, talleres, juegos de mesa para probar en familia, concursos de disfraces y un ambiente festivo donde es casi imposible no reírte, aunque no entiendas por qué hay veinte personas vestidas de Naruto en pleno agosto.
Así que si hay un salón del manga cerca de tu ciudad, no lo pienses tanto. Ponte unas zapatillas cómodas, llévate agua, y deja que él o ella te guíen. Vas a descubrir más de lo que esperas. De su mundo. Y del tuyo también.
Anímate a entrar a una (aunque no entiendas nada al principio)
A ver. No te voy a mentir: las primeras veces dan cosa. Abrís la puerta de esa tienda friki, suena una campanita tímida, y de pronto estás en un universo paralelo. Estanterías llenas de muñecos cabezones, cómics que parecen escritos en otro idioma (aunque estén en español), y gente debatiendo con pasión si un personaje debería haber muerto o no en el episodio 124 de una serie que ni sabías que existía.
Y tú ahí, con el bolso en una mano y la lista del súper en la otra, mirando todo como si hubieras aterrizado en Marte.
Pero te voy a decir algo importante: no hace falta entender. Basta con estar. Con dejar que tu hijo o tu hija te lleve de la mano, con sonreír mientras te explica qué hace ese dragón tan feo en la vitrina, o por qué ese cubo que parece un dado es en realidad su juego favorito.
Porque aunque tú no sepas quién es Tanjiro, él sí. Y ver su cara de emoción mientras te cuenta cada detalle —como si fueras parte de esa aventura— vale más que cualquier comprensión teórica.
Además, los vendedores suelen ser encantadores. Te preguntan si buscas algo en especial, te explican con paciencia, te muestran lo que hay. Nadie te juzga por no saber. Al contrario: en muchas de esas tiendas las madres como tú ya son habituales.
Y poco a poco, sin darte cuenta, te encuentras señalando una figura que te gusta, o comprando un llavero de Totoro “porque te pareció mono”. Y entonces ya no sos solo la madre que acompaña. Sos parte del viaje.
Así que sí: entra. Aunque no entiendas. Aunque no te guste. Aunque te dé vergüenza. Entra. Porque ahí adentro hay más que cosas frikis: hay momentos, historias, vínculos… y una infancia que no se repite.